Milmarcos abre el telón del verano: teatro, estrellas y memoria viva en el Alto Jalón
En un rincón sereno de la provincia de Guadalajara, donde los horizontes se curvan sobre campos dorados y el tiempo discurre con la lentitud de las estaciones, Milmarcos vuelve a alzarse como faro cultural en este verano de 2025. Con apenas medio centenar de almas, el pueblo despliega una programación estival que no envidia a la de ninguna ciudad. Su escenario: el Teatro Zorrilla, viejo corazón restaurado del arte escénico. Su lema: “Los veranos del Zorrilla”. Su esencia: la cultura como pilar de resistencia y belleza.
Un teatro centenario que aún respira
Construido en los años 30 sobre una antigua alhóndiga, el Teatro Zorrilla fue durante décadas el alma social del municipio. Inspirado en los coliseos urbanos, con palcos, gallinero y butacas, este espacio sobrevivió al olvido gracias al empeño del Ayuntamiento, que lo restauró con esmero y lo reinauguró en 2013. Desde entonces, ha vuelto a latir con fuerza, acogiendo propuestas de calidad en un entorno rural donde la cultura no solo se consume, sino que se celebra.
Pero la historia teatral de Milmarcos no comienza con el Zorrilla.
Hay registros que datan de 1879 y hablan ya de funciones públicas durante las ferias. Hubo teatro antes, mucho antes, y quizá ese amor por las tablas nunca se extinguió del todo. Solo dormía.

El esperpento, la risa y la sátira como actos de amor
La temporada se inaugura este 2 de agosto a las 19:00 horas con una pieza mayúscula: “Los cuernos de Don Friolera”, de Valle-Inclán, versionada por La Garnacha Teatro. Esta compañía, con más de 130 galardones a sus espaldas, presenta una obra para mayores de 14 años que se adentra en el esperpento, esa deformación lúcida de la realidad que obliga al espectador a mirar más allá de lo evidente. Valle nos desconcierta para revelarnos, como quien pule un espejo roto. Y La Garnacha, con su trayectoria impecable, es la mejor guía para ese viaje.
El 7 de agosto a las 19:30 h, Almozandia Teatro tomará el relevo con “Los Tropezantes”, una obra pensada para el público familiar que combina humor, fantasía y conciencia medioambiental. Los personajes —trovadores del reciclaje y la imaginación— tropiezan con objetos olvidados, rescatándolos del olvido con una mezcla de ternura y locura. Una función que recuerda, con dulzura, que todo puede tener una segunda vida.
Y ya en la madrugada del 23 de agosto (23:00 h), el telón se cierra con la provocadora “¿Somos Sapiens?” de Rolling Bufón, una sátira dirigida a mayores de 16 que se atreve a mirar al ser humano con ironía: ¿seguimos siendo primates con WiFi? ¿O ya solo monos con tarjeta de crédito? Una obra que hará reír, sí, pero también pensar. Porque el buen teatro nunca se limita a entretener: remueve.
Más allá del escenario: literatura, estrellas y raíces
La palabra escrita también tendrá su espacio este verano. El lunes 4 de agosto a las 19:00 h, en el salón de plenos del Ayuntamiento, el vecino Bienvenido Morales presentará “La Cordacha y el Seminarista”, un relato íntimo sobre la vida rural en los años 60. Una oportunidad para asomarse al pasado reciente con los ojos del alma.

Y cuando caiga la noche, Milmarcos mira al cielo. El próximo 6 de agosto a las 22:30 h, frente al pabellón municipal, se celebrará la actividad “Veranos Astronómicos CLM 2025”: una velada de iniciación a la astronomía, con telescopios profesionales y un paseo guiado entre estrellas.

Todo ello gracias al nuevo mirador astronómico de Valdeherrero, construido sobre la antigua cantera con fondos europeos y el programa Starlight. Allí, bajo uno de los cielos más limpios de Europa, se podrá redescubrir lo infinito desde lo más pequeño.
Un pueblo que se construye con cultura y compromiso
Milmarcos es más que un cartel de eventos. Es un pueblo que se levanta cada día sobre la certeza de que la cultura y el arte no son lujos, sino necesidad. Prueba de ello es el trabajo de asociaciones como Naturamil, dedicadas a la protección del patrimonio natural, o vecinos como Leandro Martín, técnico de sonido del teatro, que ha reabierto recientemente la tienda del pueblo, devolviendo un servicio esencial a la localidad. También es él quien amplifica las voces que, cada verano, llenan de vida el Zorrilla.
Milmarcos, donde el teatro es memoria y futuro
Quizá por eso, cuando el alcalde pronunció aquellas palabras en la reapertura del teatro —“En tiempos de sequía cultural, nosotros apostamos por la Cultura como base de desarrollo de los pueblos”— no lo hizo desde el tópico, sino desde la vivencia.

Porque en Milmarcos, la cultura rural no es un adorno, es raíz. No es evasión, sino hogar. Y este verano, una vez más, su telón se abre para recordarnos que los pueblos pequeños también sueñan en grande.
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