La transparencia en el ámbito sanitario es esencial para garantizar la confianza de la ciudadanía en el sistema de salud de una región. Sin embargo, recientes revelaciones sobre las listas de espera en los hospitales de Castilla-La Mancha, bajo la administración de Emiliano García-Page, han arrojado luz sobre una situación alarmante.
Según un informe semestral presentado al Ministerio de Sanidad, se ha observado una extraña fluctuación en las cifras de personas en lista de espera quirúrgica durante el mes de diciembre de 2023. Los datos revelan una reducción drástica de 8.259 nombres, solo para volver a aumentar a niveles similares en enero de 2024. Estas alteraciones repentinas plantean serias interrogantes sobre la gestión y la integridad de las listas de espera en la región.
¿Por qué seguimos viendo fluctuaciones inexplicables en las listas de espera, mientras los pacientes sufren las consecuencias de la ineficiencia y la falta de acción?
Cuando se empiecen con los botiquines rurales, apaga y vámonos. ¿No sabes de qué hablo? Adéntrate en mi anterior artículo y después continua con este.
Sin embargo, más allá de las cifras totales, es importante centrar la atención en las experiencias individuales de los pacientes. En lugares como Guadalajara, la situación de las listas de espera es abrumadora, exacerbada por el crecimiento constante de la población. Por ejemplo, Alovera, en pleno corredor del Henares, con cerca de 14.000 empadronados y 11.800 tarjetas sanitarias; tienen un mero consultorio. Pero lo que resulta aún más preocupante es la dificultad para acceder a pruebas diagnósticas y tratamientos cruciales, especialmente en casos de cáncer.
En un escenario donde el tiempo es vital, la realidad es desalentadora. Los pacientes se ven obligados a recorrer largas distancias, a menudo fuera de la provincia e incluso fuera de la comunidad autónoma, para acceder a pruebas como PET-TAC, gammagrafías óseas y resonancias magnéticas. Este desplazamiento no solo representa una carga emocional y económica para los pacientes y sus familias, sino que también plantea interrogantes sobre la equidad en el acceso a la atención médica.
¿No sería más efectivo invertir en equipos de última generación en hospitales regionales para garantizar un diagnóstico y tratamiento oportunos? La falta de recursos y la infraestructura obsoleta no solo prolongan innecesariamente las listas de espera, sino que también ponen en riesgo la salud y el bienestar de los pacientes.
Me podrán decir que “acaban de inaugurar” una parte del hospital de Guadalajara. No es mentira. Pero desde que se empezó hasta que lo han medio terminado, los equipos que compraron (nadie ve lógico empezar la casa por el tejado, pero desde Toledo les gustan los retos difíciles) de diagnóstico por imagen, están ya obsoletos, por la sencilla razón de que en sanidad todo evoluciona muy rápido, y que conste que hablo con conocimiento de causa ya que no solo soy periodista.
Es hora de dejar atrás las estrategias políticas vacías y empezar a trabajar verdaderamente junto a la ciudadanía para abordar los problemas que afectan a nuestra región. ¿Por qué seguimos viendo fluctuaciones inexplicables en las listas de espera, mientras los pacientes sufren las consecuencias de la ineficiencia y la falta de acción? ¿Por qué comunidades autónomas como Toledo o Ciudad Real disfrutan de hospitales de última generación, mientras que la España vacía(da), como Guadalajara, se enfrenta al abandono más absoluto?
Es imperativo cuestionar el compromiso real de nuestros políticos con la salud y el bienestar de la población. ¿Alguna vez se han preguntado si algún político ha tenido que pasar la noche en esos incómodos sillones para acompañantes en el hospital de Guadalajara? Es inhumano exigir que los familiares y amigos de los pacientes se vean obligados a descansar en muebles obsoletos, que parecen no haber cambiado desde la época de Felipe González. No estamos pidiendo lujos ni habitaciones de hotel.
La situación se agrava cuando se imponen plazos irrazonables para procedimientos urgentes, como resonancias magnéticas, dejando a los pacientes en una situación de incertidumbre y angustia. ¿Es acaso aceptable que en un sistema de salud moderno se den estas condiciones?
Además, la necesidad de viajar largas distancias para recibir atención médica plantea la cuestión de la accesibilidad geográfica. ¿Por qué no se establecen convenios con comunidades vecinas para facilitar el acceso a servicios médicos especializados? La idea de “hospital de referencia” pierde su sentido cuando los pacientes deben viajar grandes distancias para recibir atención básica.
Basta ya de esta negligencia flagrante en la gestión de la sanidad en Castilla-La Mancha. Es inaceptable que mientras se derrochan recursos en campañas vacías sobre emprendimiento en la España vacía, se ignoren las necesidades básicas de la población. ¿Acaso es necesario ir a hablar de “oportunidades” cuando la realidad es que la falta de recursos, como en el caso de la sanidad, es lo que realmente aleja a la gente de estas zonas?
La administración de Emiliano García-Page debe asumir su responsabilidad de una vez por todas. No podemos seguir permitiendo que las deficiencias estructurales en el sistema de salud perpetúen la desigualdad y pongan en riesgo la vida de los ciudadanos. Es hora de exigir acciones concretas, no discursos vacíos. Los pacientes no pueden esperar más. Es hora de que la sanidad en Castilla-La Mancha esté verdaderamente al servicio de la comunidad, ¡y no de los intereses políticos!
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