Las tradiciones en la España vacía(da), como la que se celebró en la Virgen de la Hoz el pasado fin de semana, representan un claro ejemplo de la vitalidad y la riqueza cultural de las zonas rurales. En un entorno donde el envejecimiento de la población y la emigración de los jóvenes hacia las ciudades son una realidad preocupante, eventos como la romería y la Loa a La Virgen de la Hoz, demuestran que, a pesar de todo, el corazón de la España vacía(da) sigue latiendo con fuerza. La romería de la Virgen de la Hoz es una festividad que se celebra con devoción y entusiasmo año tras año. La peregrinación hacia el santuario, los cantos, las danzas y la Loa, un poema dramático que relata la historia y los milagros de la Virgen, son elementos que no solo mantienen viva la fe, sino también la identidad cultural. Este pasado fin de semana, la festividad mostró cómo las personas mayores juegan un papel crucial en la transmisión de estas tradiciones. Ellos, con su sabiduría y experiencia, son los custodios de un legado que se remonta a siglos atrás.
La España vaciada, con sus pueblos dispersos y sus paisajes tranquilos, a menudo es percibida como un territorio en decadencia, donde el tiempo parece haberse detenido. Sin embargo, estas tradiciones son la prueba de que hay una vida vibrante y una comunidad resiliente. Las festividades como la de la Virgen de la Hoz no solo son momentos de celebración, sino también de fortalecimiento de lazos comunitarios. Son ocasiones en las que los residentes, muchos de ellos mayores, se reúnen, celebran y, lo más importante, comparten con las nuevas generaciones el valor de su herencia cultural.
Es inquietante pensar en el futuro de estas festividades. En un contexto donde los políticos parecen más interesados en proyectos de modernización urbana, como la instalación de luces y la creación de infraestructuras llamativas para atraer turismo, las tradiciones rurales corren el riesgo de ser relegadas al olvido. Esta visión cortoplacista y centrada en el desarrollo urbano ignora la importancia de mantener vivas las tradiciones que forman el tejido social y cultural de las zonas rurales.
Muchas de estas tradiciones pueden desaparecer, llevándose consigo una parte invaluable de nuestra historia y cultura. Es verdad, que existe gente joven como Joaquín Sanz Checa, que lucha porque estas tradiciones no se pierdan. Hace un trabajo incalculable, vive cada momento de la representación como si fuera la última, se sabe cada texto de memoria y crea la escenografía para que todos los chicos que participan se sientan a gusto y vivan las tradiciones rurales. Las tradiciones no deben ser vistas como meros espectáculos folclóricos para el disfrute de los turistas, sino como elementos esenciales que configuran la identidad de las comunidades rurales. El papel de los mayores en la transmisión de estas tradiciones es fundamental. Son ellos quienes, con su memoria viva y su dedicación, mantienen encendida la llama de la cultura popular. Sin embargo, para que esta transmisión sea efectiva y perdurable, es necesario un apoyo estructural que garantice la continuidad de estas festividades. Esto implica políticas públicas que promuevan y financien estas celebraciones, así como iniciativas educativas que incorporen el conocimiento de las tradiciones locales en el currículo escolar.
La celebración de la Virgen de la Hoz es un testimonio de que la España vacía(da) está llena de vida y cultura. A través de sus tradiciones, la España rural encuentra su identidad y su razón de ser.
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