La reciente aparición de caballos de Przewalski en las cercanías del pueblo de Villanueva de Alcorón y de los tauros que habitan en el monte Dehesa de Solanillos (Mazarete, Guadalajara) han reabierto el debate sobre la resilvestración, también conocida como “rewilding”. Esta práctica pretende devolver ciertas áreas naturales a su estado original mediante la reintroducción de especies animales que supuestamente pueden contribuir al equilibrio ecológico, frenar el cambio climático y prevenir incendios forestales actuando como desbrozadoras naturales. Sin embargo, detrás de estos argumentos idílicos se esconden importantes interrogantes que es necesario abordar con franqueza y rigor.
La teoría del rewilding suena atractiva en papel: devolver la naturaleza a su estado prístino mediante la reintroducción de especies animales icónicas que en algún momento habitaron nuestro territorio. Sin embargo, ¿cuánto de esta narrativa se sostiene realmente en la evidencia científica y cuánto responde a una visión romántica y simplista de la ecología? Los caballos de Przewalski, por ejemplo, son originarios de las estepas de Mongolia y nunca formaron parte de los ecosistemas ibéricos. La misma crítica se extiende al bisonte europeo, cuya presencia en España histórica es altamente cuestionable. Los registros sugieren que el bisonte pintado en las cuevas de Altamira corresponde a una especie extinta, el bisonte de estepa, que habitaba un ecosistema también desaparecido, conocido como la “estepa del mamut”. Pretender sustituir a una especie extinta con otra que nunca habitó estas tierras es, en el mejor de los casos, una ingenuidad; en el peor, una intervención artificial carente de base científica.
El problema no termina ahí. Las especies introducidas para proyectos de resilvestración muchas veces requieren cuidados constantes en entornos que no son adecuados para su supervivencia. De hecho, mirad el artículo de Jara y sedal (Investigadores de 25 universidades alertan de que introducir bisontes en España no es buena idea). En el caso del bisonte europeo, originario de climas fríos del este de Europa, es incapaz de prosperar en las cálidas y secas condiciones mediterráneas sin asistencia humana que le proporcione alimento, agua y atención veterinaria. Esto no solo contradice la filosofía del rewilding, que busca minimizar la intervención humana, sino que también genera una dependencia que plantea dudas sobre la viabilidad a largo plazo de estos proyectos.
Otro aspecto preocupante es la sostenibilidad económica. Muchos de estos programas dependen de subvenciones públicas o fondos internacionales. ¿Qué sucede cuando el dinero se agota? La experiencia ha demostrado que, cuando los recursos financieros se esfuman, los animales quedan a la deriva, sin una gestión adecuada y con un potencial significativo para convertirse en un problema para las zonas rurales locales. Los agricultores y ganaderos podrían enfrentarse a daños en sus cultivos y pastos, así como a la propagación de enfermedades transmitidas por estos animales exóticos. Además, la gestión de animales asilvestrados representa un gasto adicional y una carga para las administraciones, que deben enfrentarse a la difícil tarea de controlarlos o reubicarlos. No quiero ser agorero ni me dedico a la brujería, pero, ¿han leído mi último artículo? Si, el del lobo. Si una especie que siempre ha habitado aquí no somos capaces de controlarla y poner freno a todo lo que está ocasionando; ¿nos vemos realmente capaces de traer más animales, vete tú a saber de dónde, para cuidarlos?
El caso del Taurus resulta especialmente irónico. Mientras se propone su liberación en montes españoles como una medida de conservación, la tauromaquia, una tradición profundamente arraigada que ha mantenido la presencia del toro bravo en nuestras dehesas, está siendo objeto de críticas y ataques por parte de ciertos sectores. ¿Cómo tiene sentido soltar estos bovinos mientras se cuestiona la existencia de una práctica que ha contribuido durante siglos al mantenimiento del paisaje y la biodiversidad? Las dehesas, con su sistema de manejo tradicional del ganado, han demostrado ser un ejemplo de equilibrio sostenible entre actividad humana y preservación del entorno natural. Esto es el mundo al revés. Me imagino estar paseando por el Alto Tajo y dar de comer a un Triceratops o que fruto de que algún prodigioso visionario vea cierta similitud de Guadalajara con los Grandes Parques Africanos “African Parks” y lo próximo para controlar las manadas de grandes herbívoros sea reintroducir el León Europeo.
El historiador griego Heródoto registró la presencia del León Europeo. Su hábitat comprendía los bosques templados y mediterráneos del área, en la que había presas tales como el bisonte europeo, el alce, el uro, el ciervo, y otros ungulados europeos.
Los partidarios de la resilvestración deben también considerar el impacto social y cultural de sus iniciativas. Las zonas rurales no pueden ser simples espectadores en decisiones que afectan su modo de vida y su entorno inmediato.
La preservación de la naturaleza no puede ser una cuestión de modas ideológicas ni de imposiciones ajenas al contexto local. Las soluciones deben estar basadas en una gestión sostenible y científicamente fundamentada de los recursos naturales, teniendo en cuenta las particularidades del medio ambiente y las necesidades de quienes habitan en él. Apostar por la mejora de las prácticas ganaderas tradicionales, la gestión eficaz de los montes y la conservación de especies autóctonas podría ser una estrategia mucho más efectiva y sensata que recurrir a la introducción de animales que no tienen raíces en nuestra tierra.
En todo esto hay algo que me sorprende mucho. Perdón por haceros referencia a mis anteriores artículos, pero en el artículo de “Pastoreo en la cuerda floja”, recuerdo que el gobierno del Señor García Page y su escuela de Pastores era baladí. Pero la realidad es otra como dije, muchos de estos nuevos pastores se encuentran con un mercado laboral que no siempre cumple las expectativas creadas durante su formación. Las explotaciones ganaderas enfrentan costes crecientes, falta de acceso a recursos básicos como agua y pastos adecuados, y dificultades para competir con la ganadería intensiva.
¿No sería mejor formar a esta gente que quiere vivir de ello y fomentar la ganadería de ovino, que a tantos nos ha dado de comer, y no invertir tanto dinero en animales exóticos que no han sido parte de nuestros montes?
¿Estamos preparados para asumir las consecuencias de estas decisiones, o simplemente preferimos el prestigio de decir que “apostamos por la naturaleza” mientras ignoramos las complejas realidades prácticas que conllevan? Las respuestas a estas preguntas determinarán si avanzamos hacia un equilibrio real entre conservación y desarrollo o si nos limitamos a caminar en círculos persiguiendo una quimera ecológica.
Hoy informamos, mañana transformamos: ¡Nos vemos en el próximo artículo!
Documental ‘Breathing new life into the Iberian Highlands’ – Rewilding Spain