Acompañados por cerca de 200 cerealistas, los portavoces de la organización han reclamado un seguimiento riguroso de las importaciones de cereales tras el fin del régimen temporal con Ucrania, advirtiendo que el colapso del mercado español amenaza con expulsar del campo a miles de productores.
Unión de Uniones pide un seguimiento riguroso de las importaciones de cereales tras el fin del régimen temporal con Ucrania
Madrid, 10 de junio de 2025
Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos ha alzado la voz este martes frente a la sede de la representación de la Comisión Europea en Madrid, en una concentración que ha reunido a cerca de 200 agricultores cerealistas venidos de diversas comunidades. Con un gesto simbólico —el reparto de hogazas de pan artesanal— la organización ha querido visibilizar el deterioro del sector cerealista y exigir un seguimiento riguroso de las importaciones de cereales tras el fin del régimen temporal con Ucrania, una medida que consideran imprescindible para salvaguardar el futuro del campo español.
Según denuncian, el hundimiento de los precios del cereal —con caídas que superan el 40% en comparación con hace tres años— unido a un incremento asfixiante de los costes de producción, está llevando al colapso económico a miles de explotaciones agrarias. La situación, agravada desde el inicio de la guerra en Ucrania, se ha visto intensificada por la entrada masiva de cereal extranjero libre de aranceles, saturando el mercado español.
La organización ha detallado que España, tradicionalmente deficitaria en producción cerealista, ha pasado de importar unas 3 millones de toneladas anuales de maíz, trigo y cebada desde Ucrania, a superar los 10 millones de toneladas en 2024, tras la eliminación temporal de los aranceles por parte de la UE. Esta liberalización comercial, explican, fue bien intencionada como apoyo político y económico a Kiev, pero ha tenido efectos devastadores sobre el tejido agrícola nacional.
Luis Cortés, coordinador estatal de Unión de Uniones, ha sido claro:
“Compartimos que hay que ayudar a Ucrania, pero no a costa de sacrificar a nuestros cerealistas”.
Ha subrayado que, si bien el régimen especial finalizó el 5 de junio con la publicación del Reglamento (UE) 2025/1132, volver a las condiciones iniciales no será suficiente si no se controla de forma efectiva el flujo de importaciones. Por eso, Unión de Uniones pide un seguimiento riguroso de las importaciones de cereales y exige que la reintroducción de aranceles y contingentes sea operativa de forma inmediata y sin dilaciones.
Pero el problema no termina ahí. En paralelo a esta presión sobre los precios, los insumos agrícolas, especialmente los fertilizantes nitrogenados, se han encarecido de forma vertiginosa —alrededor de un 40% solo en el último semestre—. El encarecimiento obedece, en buena parte, a las restricciones comerciales impuestas a productos rusos y bielorrusos, que representaban un cuarto del suministro europeo de fertilizantes.
La reciente decisión de la UE de imponer un arancel del 6,5% (con aumentos progresivos) a los fertilizantes nitrogenados de origen ruso y bielorruso ha generado un desequilibrio adicional. Por ello, la organización reclama la eliminación de aranceles a los fertilizantes provenientes de países exportadores alternativos, como Estados Unidos o Trinidad y Tobago, que actualmente enfrentan derechos compensatorios.
“Necesitamos abrir el mercado a nuevas fuentes de aprovisionamiento que ayuden a contener los costes. Si hemos restringido el acceso al fertilizante ruso por razones geopolíticas, es lógico eliminar otras trabas que nos están ahogando económicamente”, han expresado representantes de la entidad.
Unión de Uniones ha registrado una misiva dirigida al comisario europeo de Agricultura, Christophe Hansen, en la que detalla sus propuestas. Entre ellas, una mayor vigilancia en frontera, informes mensuales de seguimiento y medidas correctoras automáticas ante desequilibrios persistentes.
El mensaje del sector cerealista es claro: el futuro del cereal español depende de decisiones valientes y urgentes. De lo contrario, advierten, el campo perderá a una parte vital de sus productores, en favor de un modelo de mercado que castiga al que cultiva y beneficia al que especula.








