Valverde de los Arroyos, en la retina de Santiago Bernal: un testimonio fotográfico imperecedero
Por la Redacción de Guadared
En tiempos de fugacidad digital, donde la imagen se consume con la ligereza de un suspiro, llega a nuestras manos una obra que obliga a detenerse, mirar con hondura y recordar. Hablamos de Libro Fotográfico de Valverde de los Arroyos, una publicación reciente de Aache Ediciones, con la colaboración de la Diputación Provincial de Guadalajara, que recoge el legado visual de Santiago Bernal Gutiérrez, uno de los grandes maestros de la fotografía documental española del siglo XX.
Este libro de fotografía en gran formato (29 x 29 cm), cuidadosamente impreso a color y en blanco y negro, es más que un álbum visual: es un acto de memoria colectiva, una crónica sensible y detallada del alma rural de uno de los pueblos más emblemáticos de la Sierra Norte de Guadalajara. Valverde de los Arroyos —ese enclave de piedra, agua y tradición— se convierte aquí en protagonista absoluto, retratado con la mirada íntima y reveladora de quien supo ver más allá de la superficie.
Un tributo pendiente convertido en obra de arte
Con más de 200 imágenes seleccionadas de entre los incontables negativos que Santiago Bernal capturó durante décadas de visitas al pueblo, este libro es, en palabras del editor, una deuda saldada con un autor fundamental. Bernal, nacido en Santiuste de San Juan Bautista (Segovia, 1927) pero profundamente vinculado a Guadalajara, fue un pionero de la fotografía artística y social y formador incansable, motor de la Agrupación Fotográfica Alcarreña y referente indiscutible para generaciones de fotógrafos.
El volumen se enriquece con textos de José María Alonso Gordo, cronista oficial de Valverde, quien debuta aquí como ensayista con un acierto admirable. Sus comentarios, lejos de limitarse a la descripción, ofrecen contexto, matiz y profundidad a cada escena, iluminando las imágenes sin invadirlas. El prólogo del escritor Jesús Orea Sánchez, junto a las breves palabras institucionales de José Luis Vega (presidente de la Diputación) y José Luis Bermejo Mata (alcalde de Valverde), preparan el terreno para un recorrido visual de enorme poder evocador.
Un libro de fotografía para entender el alma de un pueblo
El índice del libro traza un itinerario temático que abarca desde la arquitectura y el paisaje hasta las festividades populares, con especial atención a la Fiesta de la Octava, una de las manifestaciones más vivas del acervo cultural valverdeño. Se suceden así las estampas de calles empedradas, rostros curtidos por el tiempo, rituales ancestrales y rincones donde la luz se posa con respeto. Cada fotografía es un poema visual, un fragmento detenido de la historia local, capturado con sensibilidad y rigor técnico.
El uso del blanco y negro no es aquí una elección nostálgica, sino una herramienta expresiva: dramatiza, resalta, purifica. Por su parte, las imágenes a color muestran el esplendor de la naturaleza y la vivacidad de las celebraciones con una nitidez que conmueve. Es, en definitiva, un libro de fotografía de Valverde de los Arroyos que se convierte en espejo emocional de un territorio entero.
Una obra con vocación de permanencia
El epílogo, firmado por Mario Bernal Cacho, hijo del fotógrafo, aporta la dimensión humana y familiar del proyecto. Es también una clave para entender la génesis de esta publicación: no como ejercicio editorial, sino como homenaje. Porque, en el fondo, este libro responde al deseo último del autor de ver reunido y publicado el fruto de años de trabajo, de pasión, de entrega silenciosa a una causa: preservar, con arte y dignidad, la esencia de lo que somos.
No es exagerado afirmar que cada página de este libro late. Al pasarla, el lector se ve transportado a un Valverde anterior a las prisas, donde el tiempo se mide en estaciones y los gestos tienen peso. Es un libro que se contempla, se piensa y se guarda. Una obra imprescindible para quienes aman la fotografía de autor, el patrimonio rural, la historia cercana y la belleza sin artificio.
BIOGRAFIA
Santiago Bernal Gutiérrez (1927–2021)
El arte de mirar: la vida en imágenes de un fotógrafo humanista
Nacido en Santiuste de San Juan Bautista (Segovia) en 1927, Santiago Bernal Gutiérrez vivió una vida marcada por la precisión del reloj y la emoción de la imagen. Su formación inicial como aprendiz de relojero y tornero bajo la tutela del maestro Faustino Fernández en Madrid fue solo el prólogo de una existencia donde el tiempo y la luz —la mecánica y la poesía— se unirían para siempre en la práctica fotográfica.
Instalado en Guadalajara, ciudad que adoptó como propia, Bernal fundó su hogar, su taller y su legado. Regenteó durante décadas una relojería en la Calle Mayor, que pronto se convertiría en centro de encuentro informal para amantes de la fotografía. Porque fue aquí, en la Alcarria, donde germinó su verdadera vocación. En 1961, ingresó como socio en la recién creada Agrupación Fotográfica de Guadalajara (AfGu), y pronto se convirtió en su motor esencial, siendo elegido presidente en 1968, cargo que ocuparía durante cuarenta años.
Bernal no estudió fotografía en ninguna academia: la aprendió en la práctica, en el laboratorio, en el contacto directo con los materiales sensibles y con la vida. Su enfoque fue siempre humano, social, cercano, en sintonía con los fotógrafos de la llamada Escuela de Madrid —grupo de maestros del medio siglo como Cualladó, Ontañón o Masats, a quienes unía con Bernal una amistad auténtica y una sensibilidad compartida—. Como ellos, hizo del hombre y su entorno rural el eje de su obra. No se interesó por lo espectacular, sino por lo esencial. Por el gesto, la espera, el rito, la mirada.
Con su cámara, captó fiestas ancestrales como la Caballada de Atienza, la Octava del Corpus en Valverde de los Arroyos, las botargas de la provincia, procesiones y escenas de la vida cotidiana que hoy son documentos irremplazables de un mundo que se desvanece. Para Bernal, cada fotografía era un acto de respeto. El blanco y negro le permitió condensar dramatismo y sobriedad, mientras que el color —en sus últimas décadas— añadió calidez a una mirada ya de por sí profundamente empática.
Su trabajo no se limitó a la producción personal.
Promotor cultural, docente vocacional y mentor de generaciones, convirtió la sede de la AfGu en un auténtico centro de agitación artística.
Allí se celebraban exposiciones, debates, tertulias y talleres. Bajo su impulso nacieron eventos tan relevantes como las Semanas Internacionales de Fotografía de Guadalajara (1980 y 1982) y el célebre certamen “Abeja de Oro”, que atrajo a figuras nacionales e internacionales y sirvió de trampolín para numerosos jóvenes autores.
En sus más de cuarenta años al frente de la agrupación, formó escuela. Muchos de los hoy consagrados fotógrafos de Guadalajara y otras regiones reconocen en Bernal a su maestro y guía. Su hijo, Mario Bernal, heredó también esa pasión, colaborando activamente con él y perpetuando su legado.
Pese a haber cosechado múltiples premios en su primera etapa —entre ellos la Abeja de Oro de la Provincia (1984), la Medalla de Plata del Ayuntamiento de Guadalajara (1995) y homenajes de agrupaciones de todo el país—, en 1976 decidió retirarse de los concursos para volcarse en la enseñanza y la promoción del arte fotográfico. A partir de entonces, su obra fue creciendo en silencio, pero no en la sombra. Sus fotografías se han mostrado en salas de Puerto Real, Pamplona, Zaragoza, Córdoba, Azuqueca de Henares y por supuesto, en Guadalajara.
Sus libros son testamento de esa mirada: “Santiago Bernal, mirada viva” (Aache, 2005), “La Caballada de Atienza” (JCCM, 2012), y el reciente “Libro fotográfico de Valverde de los Arroyos” (Aache, 2023), una edición monumental que recoge las mejores imágenes de un pueblo que fue para él un motivo y una devoción.
Santiago Bernal falleció en Guadalajara el 4 de agosto de 2021. Desde 2022, el Ayuntamiento de la ciudad convoca en su honor el Premio Santiago Bernal a la Trayectoria Fotográfica, galardón bienal que lleva su nombre y su espíritu.
Porque Bernal no fue solo un fotógrafo: fue un educador sin cátedra, un humanista de la luz, un cronista del alma rural española.
Su obra permanece. Cada una de sus imágenes es una lección de respeto, de técnica depurada y de humanidad sin aspavientos. Santiago Bernal supo detener el tiempo sin necesidad de ruido: con la paciencia de quien ha aprendido a mirar. Con el alma.
Santiago Bernal sigue entre nosotros
Con este tercer título, tras su antología general y su monografía sobre la Caballada de Atienza, Santiago Bernal se consolida como un clásico de la fotografía en Guadalajara. Pero sobre todo, como un testigo excepcional de su tiempo. Su cámara fue brújula, espejo y linterna. Y este libro es, sin duda, su herencia más vibrante.
Libro Fotográfico de Valverde de los Arroyos es más que una publicación: es una invitación a mirar de otra manera. A valorar lo cercano. A volver —aunque sea con la imaginación— a ese Valverde silencioso, antiguo, luminoso. Y al hacerlo, sentir que la mirada de Santiago Bernal sigue viva, revelando lo invisible.
Fotografiando el alma.
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