En un movimiento que pretende impulsar el proceso de modernización en Castilla-La Mancha, el Gobierno regional ha anunciado la creación de la Agencia de Transformación Digital. El consejero de Hacienda, Administraciones Públicas y Transformación Digital, Juan Alfonso Ruiz Molina, destaca la ambición de esta iniciativa en el cumplimiento de la Estrategia Digital y su impacto en la capacidad innovadora del tejido empresarial regional. Sin embargo, es crucial analizar de cerca esta propuesta y cuestionar si realmente es un paso significativo o simplemente una medida superficial.
Ruiz Molina sostiene que la nueva agencia coordinará todo el proceso de transformación digital, centralizando decisiones comunes y buscando sinergias de recursos humanos. Esta centralización, en teoría, debería simplificar y agilizar la implementación de iniciativas digitales. Sin embargo, es imperativo preguntarse si esta concentración de poderes no corre el riesgo de generar burocracia adicional y limitar la capacidad de adaptación a las necesidades específicas de distintas áreas geográficas y sectores empresariales. El Proyecto de Ley también incluye medidas administrativas para mejorar la gestión en la Administración regional, como modificaciones en la Ley de Vías Pecuarias, el Régimen Administrativo y Fiscal del Juego, y el levantamiento de la suspensión del canon del agua. Aunque estas medidas podrían tener beneficios tangibles, es esencial evaluar si se abordan las cuestiones fundamentales de la modernización y si van más allá de soluciones a corto plazo.
La doble sede de la Agencia en Talavera de la Reina y Toledo, según el presidente Emiliano García-Page, podría considerarse una estrategia para descentralizar y apoyar el desarrollo en distintas regiones. Sin embargo, surge la pregunta de si esta distribución realmente aborda las disparidades territoriales. Esto plantea cuestionamientos sobre la equidad en la asignación de recursos y oportunidades. ¿Sería más efectivo considerar otras regiones, como Molina de Aragón, para la ubicación de estos puestos y así abordar el problema de la España vacía(da) de manera más directa?
La ubicación de proyectos clave como este en áreas ya consolidadas, contradice la supuesta estrategia para revitalizar las regiones afectadas por la despoblación.
La relevancia de la Agencia de Transformación Digital se vincula estrechamente con la mejora de los servicios públicos. La pregunta clave es si esta iniciativa realmente proporcionará un impulso significativo a la modernización tecnológica de los servicios públicos o si se trata simplemente de una medida para cumplir compromisos políticos sin abordar las complejidades reales de la transformación digital.
La ubicación de la Agencia de Transformación Digital en Castilla-La Mancha plantea interrogantes significativas, especialmente en relación con la aparente falta de consideración hacia la España vacía(da). Aunque se anuncia como un proyecto ambicioso para impulsar la modernización y mejorar la competitividad, la decisión de ubicar las sedes en Talavera de la Reina y Toledo sugiere una falta de atención a las regiones más afectadas por la despoblación.
En primer lugar, la elección de ubicaciones que ya han emergido como potencias en la comunidad autónoma puede interpretarse como una oportunidad perdida para abordar directamente los problemas de la España vacía(da). Proyectos de esta magnitud tienen el potencial de actuar como catalizadores para el desarrollo económico y la revitalización de áreas en declive demográfico. Sin embargo, al optar por ciudades ya consolidadas, se desatiende la oportunidad de llevar inversiones significativas y empleo a zonas que realmente necesitan un impulso para combatir la despoblación.
La Agencia de Transformación Digital dará trabajo directo a unos 600 profesionales, pero no en la Provincia de Guadalajara.
La observación de que “lo mejor no va a Guadalajara” refleja una percepción arraigada de la desigualdad territorial. Este tipo de comentarios resaltan la brecha entre las regiones que han prosperado y aquellas que han experimentado el declive demográfico y económico. La elección de ubicaciones más consolidadas podría estar relacionada con la infraestructura existente, pero, al mismo tiempo, revela una falta de voluntad para abordar de manera directa los desafíos que enfrentan las áreas menos favorecidas.
La pregunta clave es si el gobierno regional está dispuesto a enfrentar los problemas reales de la España vacía(da). La falta de inversión en estas áreas y la concentración de proyectos en ubicaciones ya desarrolladas pueden ser interpretadas como un intento de evadir los desafíos más apremiantes. La comunicación deficiente, la falta de acceso a Internet y otras limitaciones de infraestructura en la España vacía(da) son problemas reales que deberían abordarse directamente mediante inversiones estratégicas. Por eso estos proyectos nunca llegarán a nuestro territorio, ya que no se avanza. Es tan sencillo como ver como se mantiene la TV y las comunicaciones en Molina de Aragón, gracias a un generador.
La elección de ubicaciones como Talavera de la Reina y Toledo, en lugar de considerar lugares como Molina de Aragón, que ha sido mencionado anteriormente como la “niña bonita” de Emiliano García-Page, puede ser vista como una decisión basada en la conveniencia política en lugar de una estrategia real para abordar la despoblación. La inversión en proyectos como el parador y la Agencia de Transformación Digital en Molina de Aragón podría haber tenido un impacto más significativo en la lucha contra la despoblación, generando empleo y atrayendo a profesionales a una región que lo necesita desesperadamente.
A pesar de las declaraciones elogiosas de Jesús Alique respecto a que Castilla-La Mancha es un referente en abordar el reto demográfico, la realidad dista considerablemente de sus afirmaciones. La ubicación de proyectos clave como este en áreas ya consolidadas, contradice la supuesta estrategia para revitalizar las regiones afectadas por la despoblación. Alique enaltece la existencia de una estrategia integral con 210 medidas transversales, pero la falta de acción para llevar proyectos significativos a lugares necesitados, como Molina de Aragón, plantea interrogantes sobre la sinceridad de tales afirmaciones.
Aunque Alique menciona un presupuesto propio y una duración de diez años para la estrategia demográfica, la falta de inversión estratégica en áreas críticas para el reto demográfico sugiere una desconexión entre las palabras y las acciones. Las revisiones periódicas cada cuatro años son insuficientes si no se traducen en medidas concretas que aborden la despoblación en tiempo real. El contraste entre la retórica elogiosa y la falta de iniciativas significativas en regiones como Guadalajara plantea serias dudas sobre la efectividad y el compromiso real de las autoridades en hacer frente al desafío demográfico. En lugar de simplemente llenarse la boca con afirmaciones grandilocuentes, resulta esencial que los líderes como Alique respalden sus palabras con acciones tangibles para evitar que la lucha contra la despoblación quede relegada a meros discursos políticos.
La decisión de ubicar la Agencia de Transformación Digital en zonas ya prósperas en lugar de la España vaciada plantea dudas sobre la verdadera intención del gobierno regional en abordar los problemas más acuciantes del país. La falta de enfoque en las áreas más afectadas por la despoblación sugiere una desconexión entre las promesas políticas y la acción efectiva para revitalizar las regiones en declive demográfico. Solo puedo recordar y confirmar las palabras del periodista y escritor Sergio de Molino: “sobre la España vaciada, puedo decir que es el resultado de una larga historia de abandono y desatención por parte de las políticas públicas, y representa la urgente necesidad de repensar nuestro modelo de desarrollo territorial”.
Las declaraciones grandilocuentes del encargado y experto en el reto demográfico sobre Castilla-La Mancha (ver aquí) como referente en la gestión del reto demográfico no encuentran respaldo en la realidad de sus acciones. La ubicación de proyectos estratégicos en áreas ya desarrolladas, la falta de inversión en regiones realmente afectadas por la despoblación y la aparente desconexión entre palabras elocuentes y medidas concretas revelan una brecha inaceptable entre la retórica política y la acción efectiva. Mientras se enorgullecen de una estrategia con medidas transversales y revisiones periódicas, la España vacía(da) sigue esperando acciones reales que aborden sus problemas fundamentales. En lugar de conformarse con cumplir formalidades, es imperativo que las autoridades demuestren un compromiso genuino para evitar que estas promesas vacías perpetúen la crisis demográfica que amenaza a la región. La realidad es que, hasta que los líderes se atrevan a llevar proyectos significativos a las áreas más necesitadas, sus palabras resonarán vacías y carentes de la urgencia que requiere el desafío demográfico en Castilla-La Mancha.
“La despoblación en España no solo representa la pérdida de habitantes, sino la erosión de la identidad cultural y el abandono de vastas regiones que una vez fueron prósperas”. – Manuel Delgado Cabeza, antropólogo y profesor universitario.
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