El aforo máximo de la zona de escalada es de cuatro personas, el uso queda restringido a usuarios con conocimientos previos y la edad recomendada es a partir de 15 años. Por eso, los menores de 18 años harán uso de la instalación bajo la supervisión de padres o tutores.
Se recomienda el uso de casco de seguridad, así como de calzado deportivo y ropa cómoda. No se debe utilizar en caso de lluvia, nieve, hielo o a oscuras y es preferible que el escalador vaya acompañado de otra persona. Además, se prohíbe andar y saltar por la zona superior del bloque y, en ningún caso, están permitidas las caídas o vuelos voluntarios desde el punto más elevado. Son las normas de uso más importantes del rocódromo que el Ayuntamiento de Yebes ha instalado en el Parque de la Concordia de Valdeluz, en concreto, en el pasillo que ocupa la zona juvenil de ocio y esparcimiento situada en la confluencia de las Avenidas María Moliner y Asteroide Yebes. Un bloque que simula una roca granítica de más de cuatro metros de diámetro y casi tres metros y medio de altura, que es ideal para los niveles de iniciación e intermedio.
El rocódromo de Valdeluz es perfecto para la práctica del Boulder, una modalidad de escalada en bloque o bouldering que consiste en trepar por bloques de roca o pequeñas paredes sin necesidad de emplear los materiales de protección convencionales como cuerdas, arneses o elementos de fijación. ‘Consiste en escalar recorridos cortos, permaneciendo siempre a la altura del salto, encontrando rutas de diferentes niveles de dificultad y resolviendo situaciones complicadas de forma creativa’, explica Vidal Gaitán, Concejal de Urbanismo y Medio Ambiente. Así pues, se trata de una variedad perfecta para iniciarse en este deporte en la que se escala a poca altura y sin ayudas, siguiendo las presas de colores del rocódromo hasta completar un trazado que es elegido por los propios usuarios. Una disciplina que requiere no solo el dominio de una técnica de escalada limpia sino también capacidad para resolver sobre la marcha las dificultades que propone la propia instalación.
Ubicado en una parcela de terreno urbano calificado en el vigente Plan de Ordenación Municipal como zona verde, zonas ajardinadas, áreas peatonales y juegos infantiles perteneciente al dominio público, el recinto no ha producido modificación alguna de la edificabilidad. ‘De acuerdo con la normativa, su uso se encuadra como obra dotacional de clase deportiva en espacios y locales para la práctica deportiva sin espectadores, por lo que es un uso complementario de la zona verde’, indica Gaitán.
El rocódromo de Valdeluz cumple la norma UME-EN 12572:2017 de seguridad para estructuras artificiales de escalada en todos sus elementos (estructura, paneles, presas, etc). Con cuatro caras distintas de ascenso, el diseño está compuesto de formas verticales y placas ligeramente desplomadas para mantener la continuidad de la escalada. En cuanto a la superficie, consta de paneles de fibra de vidrio texturizados y reforzados con masillas y resinas de poliéster, así como de agarres naturales combinados con 540 presas artificiales, y ha sido convenientemente protegido para prevenir la aparición de filtraciones y grietas.
Utilizando la técnica adecuada para cada situación, en el rocódromo de Valdeluz se puede compensar la falta de fuerza para ahorrar energías y esfuerzos. Además, es ideal para aprender en pocas sesiones los fundamentos básicos de esta disciplina deportiva. En la que se requiere paciencia para gestionar los más exigentes niveles de dificultad, espíritu de equipo para resolver juntos los problemas y buena fuerza de agarre pues en esta especialidad el peso recae en parte sobre las manos y dedos. Por eso, la práctica de la escalada a edades tempranas no solo ayuda a fortalecer las extremidades, sino también la musculatura y tensión corporal. Perfecto para niños de corta edad a los que les encante trepar y que suelen tener una intuición natural para llegar hasta el objetivo y siempre bajo la atenta supervisión de un adulto, el Boulder o escalada en bloque ayuda a desarrollar la psicomotricidad y flexibilidad, mejora la agilidad y equilibrio, así como la confianza y autoestima, promueve el trabajo en grupo y la confianza entre compañeros, y favorece el conocimiento y respeto por la naturaleza y el medio ambiente.