En un rincón olvidado del Parque Natural del Alto Tajo, donde los ríos Ablanquejo y Salado entrelazan sus aguas en una danza milenaria, una herida abierta en el paisaje comienza, por fin, a cicatrizar.
Micorriza desmantela una cantera abandonada en el corazón del Alto Tajo
La antigua cantera de Huertahernando, vestigio de una época de explotación sin retorno, ha sido completamente desmantelada gracias al trabajo continuado del equipo de Micorriza.
Este enclave, conocido como “El Sarguillo”, ha recuperado parte de su dignidad perdida. Allí, donde una tolva oxidada y una caseta de bloques de hormigón rompían la armonía de la ribera, hoy se abre un claro fértil, disponible para la vida. Es un paso firme hacia la restauración ecológica de uno de los paisajes fluviales más valiosos del centro peninsular.
Desde 2018, Micorriza ha estado sembrando vida en este tramo del río Ablanquejo, reintroduciendo especies autóctonas desaparecidas como olmos resistentes a la grafiosis, mostajos, arces y majudos. Con riegos estivales, abonos naturales y cuidados constantes, más de 400 ejemplares crecen donde antes hubo olvido. Ahora, la retirada de residuos de esta cantera abandonada completa una etapa fundamental en el proceso de renaturalización.
Todo ello ha sido posible gracias al proyecto “Programa de conservación de ecosistemas ligados al agua en el Geoparque de Molina – Alto Tajo (Guadalajara)”, financiado por Accelera by Cummins, una colaboración público-privada que demuestra que la ecología no solo se sueña: también se ejecuta.
El desmantelamiento se llevó a cabo tras meses de gestiones con propietarios y administración. Una máquina mixta, manejada con precisión por los técnicos de Micorriza, eliminó los restos de la infraestructura industrial. Los escombros, cuidadosamente separados, fueron retirados en contenedores y los fragmentos metálicos gestionados para su reciclaje.
Este esfuerzo libera el paisaje: lo prepara para el futuro. La biodiversidad que caracteriza este entorno –donde se entrelazan ecosistemas ribereños, agrícolas, sabinares y pastizales– podrá ahora expandirse sin obstáculos artificiales, devolviendo al río Tajo lo que una vez le fue arrebatado.
Como dicen desde el equipo que lidera esta transformación:
Seguimos… ¡manos a la azada!








