Artículo de Opinión: Francisco Larrad
Por fin, el Gobierno de Castilla-La Mancha se acuerda de la provincia, pero se olvida de la España vacia(da). Mucho bombo y platillo para anunciar inversiones millonarias en tecnología y ciberseguridad, pero ¿y la España rural? ¿Dónde queda la tan cacareada promesa de equilibrio territorial?
Emiliano García-Page ha anunciado con entusiasmo la creación de un centro regional de ciberseguridad, dotado con diez millones de euros, en Torija, provincia de Guadalajara. Una inversión que, sin duda, fortalecerá la seguridad digital de la administración autonómica, ayuntamientos y pequeñas empresas. Pero, curiosamente, esta instalación no ha recalado en una zona de la España vacia(da), donde podría suponer un revulsivo para la economía local. Sería preferible decir: “Se anuncia la inversión desde Torija”, ya que tengo dudas de que la inversión se lleve a cabo allí, como sugiere la noticia—presentada a medias y anunciada con bombo y platillo, como decía antes. Además, no especifica (intencionadamente) exactamente dónde estará ubicada. Es de temer que, aunque se haga el anuncio aquí, la inversión finalmente no se realice ni aquí ni en ningún otro punto de la provincia de Guadalajara. Ya estamos acostumbrados a estas ambigüedades.
Es irónico que el mismo Gobierno que proclama la necesidad de luchar contra la despoblación y de impulsar el desarrollo rural, invierta en tecnología, pero se olvide de llevar esa inversión a los territorios que realmente la necesitan. ¿No será que la infraestructura de comunicación en estas zonas es insuficiente? Y si es así, ¿por qué no se trabaja en mejorarla en lugar de perpetuar el abandono de estos territorios?
Mientras el Gobierno regional presume de modernidad y digitalización, miles de pueblos en Castilla-La Mancha siguen sufriendo una conexión a Internet deficiente, una cobertura móvil irregular y una falta de acceso a servicios digitales básicos. Tan sencillo como irse a Molina y comprobarlo con la televisión. En muchos de estos municipios, el teletrabajo o el emprendimiento digital son prácticamente imposibles, lo que impide atraer a nuevos residentes y retener a los jóvenes que buscan oportunidades. Pero parece que esto no importa tanto como los grandes titulares y la propaganda política. Resuenan unas nuevas elecciones, solo os animo a que estéis pendientes de todo lo que hablo cada domingo y lo comprobéis. De momento no soy “pitoniso” pero creo no ir muy desencaminado. Pero hace un año, ya hice un artículo de opinión en que anunciaba la doble sede de la Agencia de Transformación Digital en Talavera de la Reina y Toledo, y dije: podría considerarse una estrategia para descentralizar y apoyar el desarrollo en distintas regiones. Sin embargo, surge la pregunta de si esta distribución realmente aborda las disparidades territoriales. Esto plantea cuestionamientos sobre la equidad en la asignación de recursos y oportunidades. ¿Sería más efectivo considerar otras regiones, como Molina de Aragón, para la ubicación de estos puestos y así abordar el problema de la España vacía(da) de manera más directa?
Pues siento deciros que caso omiso, siguen en sus trece. Y no es porque no les lleguen estos humildes artículos de opinión.
Parece que el desarrollo sólo es rentable cuando se concentra en polos urbanos y periurbanos, donde el esfuerzo inversor es menor y la rentabilidad política mayor. Mientras tanto, los pueblos siguen sin acceso a servicios esenciales, sin oportunidades de empleo cualificado y con una población cada vez más envejecida y resignada.
Por otro lado, cabe preguntarse a quién benefician realmente estas inversiones. ¿Se está apostando por un desarrollo regional equitativo o se está favoreciendo a determinadas empresas y sectores que poco o nada tienen que ver con las necesidades reales de la población? Castilla-La Mancha sigue dependiendo de un modelo económico que deja fuera a sus zonas rurales, condenándolas a una decadencia progresiva mientras se favorece a los grandes núcleos urbanos y a las multinacionales tecnológicas. Por lo que no entiendo puestos políticos vacíos de acción, como por ejemplo los del reto demográfico.

El problema de fondo es la falta de voluntad política para cambiar este modelo. No basta con palabras bonitas ni con medidas simbólicas. Castilla-La Mancha necesita un plan real para revitalizar la España rural, no migajas disfrazadas de progreso. Fíjense, ahora después de más de tres meses se van a reparar las carreteras autonómicas de la comarca. Una inversión de 1,5 millones de euros que ha sido anunciado por el delegado de la Junta en Guadalajara, José Luis Escudero, durante una visita al parque de conservación de carreteras de Molina de Aragón. ¿Es necesario dar bombo a algo tan necesario y urgente que llega después de muchos meses?
Se necesita una apuesta firme por infraestructuras de comunicación modernas, incentivos reales para la instalación de empresas en entornos rurales y un acceso equitativo a los servicios digitales y administrativos. De lo contrario, seguiremos viendo cómo la España vaciada se convierte en la España olvidada y, finalmente, en la España muerta (o asesinada). La digitalización y la tecnología son herramientas poderosas para combatir la despoblación, pero sólo si se usan con un criterio de justicia territorial y no como un instrumento para seguir marginando a los de siempre. Es hora de que el Gobierno de Castilla-La Mancha pase de los discursos a los hechos y empiece a gobernar para todos, no sólo para unos pocos privilegiados.
Hoy informamos, mañana transformamos: ¡Nos vemos en el próximo artículo!