Calló la luz y habló la radio
Cuando España se apagó y el silencio lo cubrió todo, solo la radio FM nos mantuvo unidos e informados. Desde un rincón de la Guadalajara rural, así vivimos el apagón que nos recordó lo esencial.
Por: Redacción de GuadaRed
Ayer, a las 12:33 horas de la mañana, una sombra inesperada se cernió sobre España. Un apagón eléctrico general dejó al país a oscuras, paralizando la vida cotidiana de millones de personas. En Guadalajara, nuestra vida rural se tiñó de un silencio aún más profundo: no había luz, no había conexión a Internet, y los móviles se convirtieron en un pedazo de plástico inútil sin cobertura. En ese caos, donde la incertidumbre se apoderaba de todos, solo un recurso, casi olvidado por la mayoría, nos salvó: la radio FM.
Aquí, en esta tierra en la que los cortes de electricidad son una constante y la conexión a Internet fluctúa como el viento, el apagón parecía ser un suceso más. Sin embargo, en esta ocasión el alcance fue diferente. No se trataba solo de una interrupción local, sino de algo mucho más grande: una caída de electricidad que afectó a toda España. La realidad era que, mientras los sistemas colapsaban a nuestro alrededor, la comunicación se volvió una necesidad vital. Pero, ¿cómo mantenernos informados cuando todos los medios tradicionales fallaban?
En GuadaRed, estamos acostumbrados a los microcortes de Internet y a las idas y venidas de la señal. Sin embargo, lo que ocurrió ayer fue más allá de lo esperado. Como si se tratara de un mal sueño, el router dejó de funcionar, la pantalla de mi ordenador se apagó y, al mirar mi móvil en busca de alguna señal, la pantalla me devolvía un vacío absoluto. No había cobertura, ni 3G, ni 4G, ni tan siquiera la esperanza de poder enviar un mensaje. Estábamos desconectados del mundo, atrapados en nuestra propia oscuridad informativa.
En medio de la confusión, pensé en las baterías externas que con tanto esmero mantengo siempre cargadas para prevenir cualquier imprevisto. Aunque eso no resultó ser suficiente. De repente, un profundo silencio se apoderó de mi casa. Nadie sabía nada. Los vecinos tampoco tenían información. Ya no podía ni encender la televisión ni consultar las noticias online. Solo quedaba una opción: buscar una radio.
Es curioso cómo, en la era digital, la radio parece haber quedado relegada al olvido. Muchos smartphones modernos ni siquiera incluyen ya la función de radio FM. Y fue precisamente esta desaparición de una tecnología tan sencilla lo que hizo de mi antigua radio grabadora un tesoro invaluable. Después de un rato rebuscando en cajas de cables y aparatos olvidados, la encontré. Fue ese simple aparato, alimentado por pilas, lo que me permitió recuperar el contacto con el mundo exterior. El sonido estático de las ondas hertzianas se transformó en la fuente de esperanza y claridad en medio de la desorientación general.
Recuerdo cómo, poco después, descubrí que también tenía un móvil antiguo que conservaba la radio FM, una pequeña reliquia que utilizo para temas de ROOT. Solo necesitaba unos auriculares con cable, y allí estaba, mi acceso a la realidad, a las noticias, a la información que tanto necesitábamos. Lo que me sorprendió fue la lección que este acontecimiento me dejó: los fabricantes no deben recortar capacidades de conectividad que pueden salvarnos en situaciones de emergencia.
La radio, en este caso, no fue solo un entretenimiento, sino una fuente vital de información. Fue gracias a ella que supe lo que estaba sucediendo, que me enteré del alcance del apagón y que, al menos, pude escuchar la declaración del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien nos transmitió tranquilidad en medio del caos:
“No hay problemas de seguridad. Los servicios hospitalarios están funcionando y contamos con autonomía”, dijo.
Pero la incertidumbre persistía. El presidente advirtió que no descartaban ninguna hipótesis sobre las causas del apagón y recordó a todos que se informaran a través de los canales oficiales para evitar la propagación de bulos.
La radio, tanto pública como comercial, sigue siendo una pieza fundamental del tejido informativo. Durante horas, las emisoras nacionales como Onda Cero, Cadena Ser, Cope y otras se mantuvieron al aire, en algunos casos, con los estudios apagados, pero con la capacidad de seguir informando gracias a sus equipos portátiles y generadores. Y no solo informaron, sino que acompañaron. En las horas de incertidumbre, sus voces nos mantuvieron unidos, proporcionándonos las últimas novedades y explicaciones sobre un evento que, sin previo aviso, nos sorprendió a todos.
Lo que ocurrió ayer fue un recordatorio de lo frágiles que pueden ser las redes y sistemas que damos por sentados. Sin electricidad, sin cobertura, sin Internet, nos encontramos vulnerables y aislados. Pero en medio de todo eso, la radio FM, tan simple y tan antigua, demostró una vez más su capacidad para salvarnos. Y me quedé pensando: ¿qué hubiera sido de nosotros sin ella?
En la madrugada del apagón, cuando todo se apagó y la oscuridad nos rodeó, fue la radio la que encendió una chispa de esperanza, de luz informativa, de conexión con el exterior. Algo tan básico y al mismo tiempo tan vital. Si alguna lección podemos sacar de este episodio, es que nunca debemos perder de vista el valor de los medios tradicionales. Así que, a partir de ahora, en casa siempre habrá una radio, o al menos un móvil con radio. Porque nunca sabemos cuándo la oscuridad será más que una metáfora.








