«Cómo acabar con la escritura de las mujeres»: el ensayo feminista que desnuda la crítica literaria patriarcal
En el silencio solemne de una biblioteca pública, entre estanterías que guardan siglos de historias, un libro puede cambiar nuestra mirada sobre la literatura. Así me encontré con «Cómo acabar con la escritura de las mujeres», un ensayo de 1983 firmado por la escritora y crítica norteamericana Joanna Russ, que revisita con mirada incisiva la historia de la escritura femenina y sus obstáculos.
Coeditado por las editoriales independientes Dos Bigotes y Barrett, el libro se presenta como un estudio subversivo, brillante y audaz. Russ no se limita a analizar palabras: disecciona actitudes, examina silencios, y muestra cómo la sociedad literaria ha intentado, sistemáticamente, minimizar la obra de las mujeres. A través de diez patrones que van desde la prohibición y la negación de autoría hasta la ridiculización y el aislamiento, la autora revela los mecanismos de una exclusión histórica que sigue vigente en muchos sentidos.
Un ejemplo paradigmático es el de Emily Brönte, quien firmó su obra maestra Cumbres borrascosas bajo el pseudónimo masculino Ellis Bell.
La crítica, fascinada por la fuerza de la novela, elogió inicialmente al “nuevo escritor” por su intensidad y brutalidad. Sin embargo, al descubrirse que la autora era mujer, la misma obra fue reducida a “una simple historia de amor”, y la percepción de Emily se vio sometida a juicio y desdén. Russ utiliza este y otros casos para mostrar que cuando la experiencia femenina se considera inferior, la literatura escrita por mujeres queda automáticamente devaluada.
«Un libro de la claridad más profunda y original. Russ es tremendamente subversiva. El estudio de la literatura nunca debería volver a ser el mismo» Marge Piercy.
Joanna Russ, escritora de ciencia ficción, profesora de literatura inglesa y activista feminista, no se limita a la teoría: su ensayo combina una investigación meticulosa con su propia experiencia. Las páginas del libro están llenas de citas, referencias y anotaciones que sostienen un hilo conductor crítico y profundo, haciendo de este ensayo un clásico imprescindible de la crítica feminista.
Hoy, más de cuarenta años después de su publicación, el libro sigue resonando con fuerza. Aunque algunos nombres de escritoras actuales no aparecen, la violencia simbólica y la marginalización que denuncia Russ parecen más vigentes que nunca. Leerlo es comprender la historia de la literatura y la historia de las mujeres que, a pesar de todo, escribieron y siguen escribiendo.
Las bibliotecas públicas se convierten entonces en templos de resistencia cultural, lugares donde redescubrir voces como la de Russ y cuestionar por qué ciertos relatos se invisibilizan. Este ensayo documenta la marginación histórica de las mujeres en la literatura: invita a una reflexión urgente sobre nuestra propia mirada crítica y sobre la necesidad de celebrar la obra femenina con la atención que merece.








