Diez años después de aquel 2015 soñado, seguimos preguntándonos cuánto de ese futuro se hizo realidad
21 de octubre | El día en que Marty McFly llegó al futuro
Hay fechas que no figuran en los calendarios oficiales, pero viven en la memoria colectiva. Una de ellas es el 21 de octubre, el día en que Marty McFly y el excéntrico Doc Brown aterrizaron en el futuro a bordo del inconfundible DeLorean.
Corría el año 1989 cuando Regreso al Futuro II nos invitó a mirar más allá de nuestro tiempo y preguntarnos cómo sería la vida treinta años después. Hoy, en 2025, una década después de aquel imaginario 2015 al que viajaron los protagonistas, el hechizo sigue intacto: seguimos fascinados con la mezcla de ciencia, aventura y sueño que Robert Zemeckis llevó a la gran pantalla.

Más que una simple película, Regreso al Futuro se convirtió en una brújula cultural. Nos enseñó a mirar hacia adelante sin perder la curiosidad ni el sentido del humor. Nos hizo creer —al menos por un instante— que el mañana podía estar a solo 88 millas por hora.
El futuro que se cumplió: pantallas, relojes y hogares que piensan
Cuando la segunda parte de la saga se estrenó, Internet era apenas un rumor entre laboratorios, los teléfonos aún tenían cables y el vídeo doméstico era el colmo de la modernidad. En ese contexto, las escenas de Regreso al Futuro II parecían pura magia.
Marty hablaba con su jefe desde una pantalla mural, controlaba aparatos con la voz y vestía ropa con tecnología integrada.
Tres décadas después, buena parte de esas fantasías han dejado de serlo.
Las videollamadas, por ejemplo, se convirtieron en algo tan común que casi hemos olvidado su carácter futurista. Zoom, Teams o WhatsApp reproducen con naturalidad lo que en 1989 parecía un milagro de la comunicación.
Las casas inteligentes de los McFly —donde las luces, las persianas y la temperatura respondían a la palabra o a un gesto— son hoy una realidad palpable gracias a Alexa, Google Home o los sistemas domóticos que caben en el bolsillo.
También se adelantó a su tiempo con la idea de los gadgets que se llevan puestos, esos dispositivos que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana. En la película, los personajes lucían gafas con pantalla y auriculares integrados, precursores de las actuales smart glasses o de los auriculares con asistente de voz. Incluso los hijos de Marty usaban relojes que recuerdan a los smartwatches que hoy registran nuestros pasos, pulsaciones y hasta el sueño.
Y, como si fuera poco, la cinta también insinuó los pagos biométricos y sin efectivo, que hoy realizamos con un simple toque del móvil o del reloj.

Regreso al Futuro II no solo anticipó tecnologías: predijo una nueva manera de relacionarnos con ellas, más íntima, más constante, casi natural.
Los sueños que aún flotan en el aire: coches voladores y monopatines que no tocan el suelo
No todo lo que la película prometió llegó a despegar.
Los coches voladores, símbolo absoluto de aquel futuro utópico, siguen siendo una aspiración más que una realidad. Existen prototipos, proyectos y patentes, sí, pero el cielo urbano continúa siendo territorio de pájaros y drones.
Los hoverboards, aquellos monopatines que flotaban sobre el pavimento, tampoco lograron escapar de la gravedad. Lo más parecido que tenemos son los patinetes eléctricos que zumban por las aceras, prácticos pero sin la poesía del vuelo.
En cambio, las zapatillas autoajustables sí tuvieron su momento de gloria. Nike lanzó en 2016 una edición limitada inspirada en el modelo que usaba Marty McFly, con luces LED y cordones automáticos. No eran un prodigio de la ingeniería cuántica, pero sí un guiño cariñoso a los soñadores de los ochenta.
Y qué decir del mítico reactor Mr. Fusion, aquel artefacto que convertía basura en energía: más de uno desearía tenerlo en el garaje hoy que la sostenibilidad se ha vuelto una urgencia global. Por ahora, sigue siendo una fantasía… aunque una que nos inspira a pensar en un futuro más limpio.
Un futuro que acertó en alma, más que en forma
Si algo hace que Regreso al Futuro II siga vigente no es tanto la precisión de sus predicciones como su capacidad para capturar el espíritu del cambio. En su mundo de neones y pantallas, Zemeckis intuía lo que estaba por venir: una sociedad hiperconectada, dependiente de la tecnología y fascinada por ella.
En 2025 vivimos rodeados de pantallas, de datos, de notificaciones; y, sin embargo, seguimos buscando el mismo asombro que sintió Marty al ver volar un coche por primera vez.
El futuro que la película imaginó no era perfecto ni frío: tenía sentido del humor, caos y humanidad. Quizás por eso nos sigue conmoviendo. Porque, al final, no hablaba tanto de máquinas como de personas intentando adaptarse a un tiempo que corre demasiado deprisa.
Un legado que trasciende el celuloide
Treinta y seis años después de su estreno, la trilogía dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Michael J. Fox y Christopher Lloyd sigue siendo una joya del cine moderno, por su ingenio narrativo y su capacidad para hacernos soñar con un futuro donde todo parece posible.
Cada 21 de octubre, los fans de todo el mundo rinden homenaje a esa fecha simbólica que unió el pasado, el presente y el porvenir en una sola línea temporal. Es el Día de Regreso al Futuro, una celebración que mezcla cine, nostalgia y admiración por la imaginación humana.
En las redes, en los cines o en casa frente a una pantalla, millones de espectadores reviven cada año ese momento en que el DeLorean atraviesa el tiempo envuelto en relámpagos azules. Y por un instante, todos volvemos a creer que el futuro puede cambiarse con una chispa de ingenio… y un poco de fe en la ciencia.
En GuadaRed, medio digital nacido en la provincia de Guadalajara y visible gracias a Internet en todo el mundo, sabemos que el futuro se construye cada día, paso a paso, como Marty McFly recorriendo las calles a 88 millas por hora. No tenemos imprentas ni kioscos; somos un medio que solo existe en la red, y por eso sabemos que el porvenir depende, en buena medida, de algo tan sencillo —y tan frágil— como una buena conexión a Internet. Desde las pantallas de ordenadores, tablets y teléfonos, vosotros nos seguís, ya sea a través de nuestra web o de nuestras redes sociales como TikTok, YouTube, Instagram, WhatsApp, Facebook o X.
Quizás esa sea nuestra pequeña paradoja moderna: narramos el presente desde un futuro imaginado hace décadas, recordando que cada decisión, cada idea, cada historia que contamos tiene el poder de transformar nuestro destino.
Como decía Doc Brown, “el futuro no está escrito… el de nadie. Así que hacedlo bueno”.
Hoy, 21 de octubre, cuando celebramos el mítico viaje de Marty McFly, no se trata solo de revivir una película: se trata de celebrar nuestra capacidad de soñar, crear y avanzar, aquí y ahora, siempre conectados, siempre presentes, siempre construyendo el futuro que queramos.








