Escribid, compañeras: el eco luminoso del Día de las Escritoras 2025
Por Guadared | Redacción
Hay fechas que nos recuerdan que escribir es una forma de resistir. Cada octubre, el calendario español abre un espacio de luz para ellas: las que escribieron cuando apenas se las leía, las que encontraron en la palabra su única patria. El Día de las Escritoras 2025 vuelve a celebrarse, como cada año, el lunes más cercano a la festividad de Santa Teresa de Jesús, esa mujer que supo hacer de su voz una morada y de su pluma un territorio libre. Desde Guadared, nos unimos a esta conmemoración con el respeto que merecen todas las mujeres que han dejado huella en la literatura femenina y, sobre todo, con la convicción de que su eco sigue guiando nuestros pasos en esta larga conversación con la historia.
Porque cada Día de las Escritoras no es solo un homenaje: es una cita con la memoria, una invitación a recordar que las mujeres también construyeron el mapa literario de nuestro idioma. Y que, muchas veces, lo hicieron desde la sombra, desde la exilio o desde la invisibilidad impuesta por un mundo que tardó siglos en concederles el derecho a narrarse.
1975: un año que cambió el pulso de la escritura femenina
Este 2025, el lema propuesto por la Biblioteca Nacional de España, en colaboración con la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE), es un canto y un desafío: “1975: ¡Escribid, compañeras!”. No se trata de una simple efeméride: es un espejo que devuelve la imagen de un tiempo de ruptura y esperanza.
Ese año, el país despedía casi cuatro décadas de dictadura y despertaba a un futuro incierto. Mientras tanto, las escritoras españolas —las visibles y las ocultas— comenzaban a escribir desde un lugar distinto: el deseo de libertad.
¿Qué publicaban las mujeres en torno a 1975? ¿Qué temas les dolían, qué miedos o sueños se filtraban entre las páginas? La pregunta que plantea la comisaria de esta edición, Anna Caballé, perfora el tiempo: mirar ese año es mirar el umbral de la democracia, el comienzo de una nueva conciencia literaria y política. Fue entonces cuando voces como las de Carmen Martín Gaite, Cristina Peri Rossi, Ana Diosdado, Lidia Falcón o Carmen Alcalde abrieron caminos entre la censura y la costumbre, reclamando un lugar propio en el relato colectivo.
Aquellas mujeres escribían sobre la falta de libertad, sobre el amor sin corsés, sobre la necesidad de leyes que no las encerraran. Escribían para decir que existían. Y esa escritura se convirtió en un acto de resistencia, una forma de construir país.
Diez voces que no deben callar
Cada Día de las Escritoras es también una oportunidad para rescatar nombres que merecen volver a las estanterías y a las conversaciones. Desde Guadared, queremos volver la mirada hacia diez autoras imprescindibles de la literatura española: mujeres que abrieron senderos en tiempos hostiles, que escribieron desde el exilio, desde el taller, desde la prensa o desde la intimidad de una habitación sin nombre.
María Luisa Algarra, nacida en Barcelona y exiliada en México, escribió teatro cuando la guerra la dejó sin suelo. Su Primavera inútil o Casandra o la llave sin puerta son espejos donde el desarraigo se convierte en arte.
Carmen de Burgos, la inolvidable Colombine, fue periodista cuando el periodismo era territorio masculino, y narró con lucidez la vida de las mujeres que querían ser libres.
Luisa Carnés, obrera y autodidacta, escribió Tea Rooms como un manifiesto silencioso sobre la precariedad y la dignidad de las trabajadoras españolas.
Sofía Casanova, corresponsal de guerra en tiempos en los que las mujeres apenas podían firmar una crónica, supo mirar de frente al horror y contarlo.
Ángela Figuera Aymerich transformó la poesía social en belleza combativa: su Belleza cruel es una de las cumbres de la lírica de posguerra.
María Laffitte, la condesa que se adelantó a El segundo sexo, reflexionó sobre la condición femenina con una modernidad asombrosa.
María Teresa León, compañera de Alberti, sí, pero sobre todo dueña de una voz poderosa, dejó una de las memorias más intensas del siglo XX: Memoria de la melancolía.
Margarita Nelken, política, ensayista y traductora, defendió los derechos de las mujeres desde la tribuna y desde el libro, con una lucidez que sigue siendo incómoda y necesaria.
Elena Soriano, narradora de la Generación del 50, fue silenciada por la censura y el machismo, pero en sus novelas late la rebeldía de toda una época.
Y Alfonsa de la Torre, poeta segoviana, se retiró del mundo en el instante en que la fama llamaba a su puerta, demostrando que a veces la escritura busca silencio, no aplauso.
Todas ellas comparten un hilo invisible: la obstinación por existir. Sus palabras no solo nos devuelven la historia de la literatura femenina española; nos devuelven la historia de un país contado desde los márgenes.
Del exilio al presente: herencias que florecen
Este año, la X edición del Día de las Escritoras de la Biblioteca Nacional Española celebra el lema de 1975 y una década de esta iniciativa que, desde 2016, ha devuelto al canon las voces femeninas que la historia quiso borrar. Diez años de lecturas públicas, homenajes, estudios, rescates y reivindicaciones que han consolidado un movimiento de memoria literaria sin precedentes.
El acto de este 13 de octubre promete ser distinto: la lectura de textos publicados en torno a 1975, la presencia de mujeres políticas protagonistas de aquella transición, y la música de Carmen Linares, que pondrá voz al temblor de la poesía. Como cierre, un poema de María Beneyto, escrito en noviembre de 1975, recordará la sed de libertad que aquellas escritoras compartieron. Y como símbolo, una recuperación merecida: la dramaturga Ana Diosdado, autora de Olvida los tambores, una obra que sigue sonando, medio siglo después, como un canto a la esperanza y la reconciliación.
Porque hoy, más que nunca, los únicos tambores que deben resonar son los de la paz y la palabra.
Cinco lecturas para celebrar el Día de las Escritoras 2025
Desde Guadared, queremos acompañar esta jornada con cinco novelas escritas por mujeres que reflejan la diversidad, la fuerza y la emoción de la literatura femenina en español. Cinco títulos para leer, releer y compartir.
Nada, de Carmen Laforet.
Una novela iniciática que marcó un antes y un después en la narrativa española. Desde aquella Barcelona gris y asfixiante de posguerra, la voz de Andrea sigue siendo un espejo donde se miran las generaciones que buscan su lugar. Nada no es solo una historia: es una forma de entender la soledad, la juventud y el despertar.
Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán.
La gran pionera. Doña Emilia no solo escribió con maestría; cambió el modo de mirar la realidad. En esta obra magistral, el caciquismo, la decadencia y la naturaleza gallega se funden en una narración que conserva toda su vigencia. Leerla es entrar en un mundo que aún nos interpela.
El corazón helado, de Almudena Grandes.
Una novela monumental que trenza la memoria reciente de España. Almudena, tan presente todavía, dio voz a quienes vivieron el exilio, la represión y la herencia del franquismo. Su prosa es cálida y política, íntima y coral. Leerla hoy, en el marco del Día de las Escritoras 2025, es recordar que la memoria también se escribe.
A corazón abierto, de Elvira Lindo.
Desde la ternura y la ironía, Elvira convierte la memoria familiar en una sinfonía emocional. Su mirada sobre la posguerra y las generaciones del silencio nos recuerda que las heridas también pueden sanar a través de la palabra. Una obra luminosa sobre el amor, la herencia y la supervivencia.
Sevillana, de Charo Lagares.
Una de las voces más prometedoras de la narrativa actual. En su debut, Lagares nos invita a un viaje íntimo por tres generaciones de mujeres unidas por la búsqueda de autenticidad. Entre apariencias, deseos y miedos, Sevillana traza un mapa emocional de la feminidad contemporánea, tan cercano y tan real.
Cinco novelas, cinco mundos, cinco formas de escribir y resistir. Todas ellas nos recuerdan que la literatura escrita por mujeres no es un subgénero, sino una manera profunda de mirar la vida.
La literatura femenina como memoria y futuro
Celebrar el Día de las Escritoras 2025 no es un gesto simbólico. Es un acto de justicia cultural.
Cada lectura, cada rescate, cada nombre recuperado es una forma de reparar siglos de silencio.
Una forma de preguntarnos qué lugar ocupan hoy las mujeres en el panorama literario: cómo publican, qué temas abordan, qué espacios siguen vetados o qué narrativas nuevas están surgiendo desde la diversidad, la maternidad, la migración o la identidad.
Porque si 1975 fue el año del despertar, 2025 es el año de la continuidad. Un tiempo en que las escritoras españolas —de la generación digital a las herederas del 98— siguen tejiendo historias que nos explican, nos conmueven y nos cuestionan.
Hoy, cuando los algoritmos parecen dictar qué se lee y qué se olvida, recordar a estas autoras es también un gesto de resistencia. La escritura de mujeres es una llama que no se apaga. Es el pulso secreto de una cultura que se rehace cada vez que una mujer toma la palabra.
“Escribid, compañeras”, decía el lema. Y esa sigue siendo la consigna. Escribid para no desaparecer. Escribid para nombrar lo que nadie nombra. Escribid porque las palabras aún pueden cambiar el mundo.
La Biblioteca León Gil celebra el Día de las Escritoras 2025 con un homenaje a Ana María Matute
