Yélamos de Abajo: donde el silencio se ha hecho paisaje
En Yélamos de Abajo (La Alcarria – Guadalajara), el viento ya no huele a tomillo. Ahora trae consigo un zumbido nuevo, metálico y ajeno. Lo llaman desarrollo, pero aquí, entre encinas viejas y campos de cereal, se parece más bien a un desalojo sin aviso. Un éxodo sin maletas, sin ruido, sin resistencia. Un día cualquiera, donde había trigo, alguien ha puesto una valla. Donde pastaban las ovejas, crecen ahora cables. El horizonte, antes limpio, se ha convertido en catálogo: torres, tuberías, acero.
#Yélamos #Guadalajara #LaAlcarria La falta de información, la ambigüedad deliberada y los silencios prolongados suelen ser síntomas de que algo no se está haciendo con limpieza. Cuando todo es claro, no hay miedo a explicar… [sigue]⤵️ pic.twitter.com/0To8gG7pde
— ALIENTE en Guadalajara (@RenovablesSOS) July 24, 2025
Imágenes: RTVE
Dicen que es “un espacio sin conflicto”. Que aquí no hay oposición. Que el silencio da vía libre. Y por eso avanzan. Porque piensan que aquí no vive nadie importante. Porque confunden el sosiego rural con consentimiento. Porque donde no hay pancartas, todo es campo. O peor aún: todo es negocio.
Salvemos La Alcarria, clama en voz firme ALIENTE, Alianza Energía y Territorio. Pero esa voz parece perderse entre informes técnicos, palabras que nadie traduce, y un silencio institucional que duele más que el ruido. Han llamado bombeo a lo que es ocupación. Han llamado progreso a lo que no han querido explicar.
Y tras esa avanzadilla —esa maquinaria que vino sin preguntas— llega ahora el cortejo: aerogeneradores, placas solares, centros de transformación, fábricas de hidrógeno, torres de alta tensión. Todo en nombre del “bien común”. Pero, ¿de quién es ese bien? ¿Y a quién se le ha preguntado?
La gente que aún queda en el pueblo no ha visto una convocatoria. No ha leído un informe. No ha sido invitada a decidir. Solo el rumor. Solo el eco. Solo el cambio que llega sin pedir permiso.
Yélamos de Abajo, como tantos otros pueblos de Guadalajara, resiste a su manera. Con dignidad callada. Con preguntas que aún nadie se ha dignado a responder. ¿Dónde queda la transparencia? ¿Dónde la participación ciudadana? ¿Tenemos que descubrir el destino de nuestros pueblos por la televisión?








