Carolina Darias lo anunciaba hace un par de semanas cuando pronosticaba que «el fin de las mascarillas será pronto, pronto, pronto». Y aunque para algunos la espera haya podido parecer una eternidad, el momento de dejar atrás la mascarilla en el transporte público es, desde hoy, una realidad.
En abril de 2022, y tras dos años vigente, el Ministerio de Sanidad levantó la obligatoriedad de llevar mascarilla en interiores, a excepción de los centros sanitarios, farmacias y transporte público. Ayer, y después de prolongarla durante tres años, el Consejo de Ministros aprobó la medida de eliminar su obligatoriedad también en autobuses, taxis, trenes y aviones, dada la favorable situación de ‘estabilidad epidemiológica’ que España atraviesa, muy próximos a los niveles postconfinamiento de 2020.
DÓNDE SE MANTIENE
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Centros sanitarios, hospitales, centros de salud y centros de atención especializada seguirá siendo obligatoria.
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Establecimientos sanitarios al entrar en cualquier farmacia es obligatorio su uso.
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Residencias y centros de mayores, los usuarios no tendrán que usarla, aunque deberán hacerlo los trabajadores y las visitas, en zona compartida.
Con la publicación hoy de la modificación del Real Decreto en el Boletín Oficial del Estado (BOE), la mascarilla en el transporte público pasa de ser obligatoria a una decisión de los pasajeros, quienes a partir de hoy decidirán si se la ponen o no. Precisamente, en los usuarios habituales del transporte público, la medida ha generado opiniones de todo tipo: desde quienes seguirán manteniéndola por prevención frente a otras enfermedades, hasta los que esperaban por este momento como agua de mayo.
Susana Hernández, quien viaja habitualmente desde Sigüenza a Alcalá para trabajar, pertenece al primer grupo. Para ella la medida llega «demasiado pronto, podrían haber esperado un poco más para quitarla», especialmente ante el aumento de «catarros, gripes y bronquiolitis». Asegura que seguirá manteniendo la mascarilla «para cuidarme» y añade que «con toda la población envejecida que hay en Guadalajara, no me parece normal que la quiten ahora, con el frío que hace además». Según cuenta, la mascarilla «no me molesta para nada», después de tres años usándola «para todo: para el bus, para entrar en la farmacia, incluso cuando voy al supermercado me la pongo», ya está «totalmente acostumbrada».
En su equipo también se encuentra Rogelio Martinez, quien asegura que, por el momento, «no me la voy a quitar por seguridad». Él, al igual que Susana y el resto de pasajeros que deciden mantener su uso, opina que Salud podría «haber esperado un poco más para quitarla, aún es pronto». Para él, los trenes y autobuses no dejan de ser «un lugar cerrado en el que casi siempre se junta mucha gente» y, por ello, opta por seguir manteniéndola.
Carla Esteban también lo seguirá haciendo. Ella, que viaja diariamente en autobús, lleva notando desde tiempo atrás que «la gente ya se la quitaba aunque fuera obligatorio llevarla o se la bajaba en el autobús y el conductor tenía que estar llamando siempre la atención para que se la pusieran bien». carla tiene claro que, «durante un tiempo» al menos, seguirá poniéndose la mascarilla para entrar en el transporte, porque «de las pocas cosas buenas que podemos sacar de la pandemia es que todo lo que sea prevenir está bien». También hay quien aún duda de si mantenerla o quitarla, como es el caso de Sara Garcia, a quien «la medida me parece coherente porque para algunas personas resulta un poco agobiante, pero sí es verdad que la mascarilla ayuda a prevenir otras enfermedades».
En el bando contrario, los primeros en celebrar el fin de la obligatoriedad son, precisamente, los conductores de autobuses, aseguran que «ya había ganas de quitarla», sobre todo cuando deben llevarla en las ocho horas que dura su turno, lo que acaba siendo «un agobio».
Luz , Yaiza y Alba también aplauden con entusiasmo la medida Yaiza y Alba no se acordaban que entraba hoy en vigor. Sin embargo, Alba no ha tardado en confirmar que le parece «muy buena, tenía muchas ganas de poder quitarme la mascarilla, por fin». Luz, por su parte, añade que «ya llevábamos mucho tiempo con ella y creo que no favorece la prevención de enfermedades porque el sistema inmunológico no se adapta a nuevas variantes».
La mascarilla seguirá siendo obligatoria en centros de salud y de atención especializada, hospitales, farmacias y en los centros de día, por los trabajadores y las visitas en las zonas compartidas.