Enric Masip: “El legado que dejó el Dream Team es imborrable”
El miembro de la primera generación del ‘Hall of Fame ASOBAL’ y leyenda viva del balonmano internacional, Enric Masip, repasa en ASOBAL recuerdos, anécdotas y los mejores pasajes de una trayectoria deportiva de excelencia.
Enric Masip
Es un orgullo porque la historia de ASOBAL se ve reflejada en la cantidad de jugadores de calidad, nacionales e internacionales, que han venido a esta Liga a dar valor y títulos. La Liga ASOBAL es la liga con más jugadores con Champions ganadas jugando aquí. Ser de los primeros siempre es bonito; lo valoras porque hace muchos años.
El Hall of Fame se ha instaurado ahora, pero yo hace 20 años que dejé de jugar. Quieras o no, que en la memoria de la gente que te elige se te recuerde para la primera lista del Hall of Fame es bonito. Ha sido nuestro trabajo y es un reconocimiento a una trayectoria que, evidentemente, ha venido acompañada de estar en el mejor club del mundo como es el Barça.
Al final, los números individuales y los títulos, incluso a veces el feeling que uno tiene con el público, ayudan. Es un orgullo muy grande.
Primeros recuerdos de la Liga ASOBAL
Cada una de las personas que está en esta lista, y muchos de los que no están y estarán, han dejado huella en la Liga ASOBAL y en sus respectivos clubes. No soy una excepción de ese elenco grande de gente que ha hecho mucho por el balonmano español. Justamente cuando nació ASOBAL, yo empecé a formar parte del Barça, fiché desde Granollers, y fue una etapa esplendorosa donde la Liga era muy competitiva, con muchos equipos muy fuertes que fueron cambiando de provincias, pero siempre le daban un toque muy especial y mágico a ver los partidos los sábados por la tarde.
Siempre había algún atractivo; incluso los equipos no tan fuertes, en sus pistas, eran complicados de ganar y te podían hacer perder una liga. También recuerdo las batallas en la Supercopa o la Copa ASOBAL, que eran tremendas, con cuatro equipos a vida o muerte.
He puesto mi granito de arena en esa huella y es bonito que te recuerden los de antes y los de ahora. Tenemos el perjuicio de no haber tenido lo que hay hoy en día, que son las redes sociales y un montón de vídeos. Era otra época con menos de todo esto y el recuerdo es menor porque hay menos cosas para valorar.
Los primeros pasos: de Granollers a Barcelona
De pequeño veía a mi padre jugar en Granollers, cuando ganó siete ligas con ese club, y era el equipo donde mi padre prefirió que fuera a formarme. La verdad es que me fue bien porque, en esa generación en Granollers, conseguimos que gente muy joven llegara a la selección absoluta. Jugadores que durante muchísimos años formaron parte de equipos muy importantes de ASOBAL, y la formación se hizo en Granollers. Me sirvió muchísimo porque allí aprendí la base del juego, el pensar y decidir. Luego, el competir y el ganar, y volver a ganar me lo trajo el Barça y sus jugadores. Sin duda, son dos de los clubes más importantes.
El Barça, por supuesto, por currículum, y Granollers porque fue el decano, el que puso la primera piedra, por el que pasaron muchos jugadores de otros lugares para enriquecer ese balonmano. Granollers se convirtió en una referencia durante muchos años; luego vinieron el Barça y el Atlético de Madrid.
La historia perdura, Granollers sigue siendo un equipo formativo de referencia y, al Barça, no voy a descubrirlo como el mejor equipo de la historia.
Describir al Masip jugador
Describirme a mí mismo no me ha gustado nunca. Desde pequeño mi padre me decía que nunca hablara de mí mismo. Siempre me he preocupado mucho de intentar mejorar lo que podía mejorar, fijarme mucho en mis referentes y, después, he jugado con jugadores de los que he aprendido muchísimo. Yo valoro la capacidad de trabajo, sacrificio y sufrimiento. Me gusta el liderazgo; siempre he intentado ejercerlo allí donde he jugado, incluso siendo jovencito en Granollers y con Mateo Garralda.
Los dos teníamos un carácter mandón; era un joven impetuoso y difícil de controlar por el carácter. Siempre me ha acompañado ese carácter y esa ambición. Se presupone que todos los jugadores que han estado en grandes equipos y han hecho historia en la selección tienen calidad. En mi caso, varios jugadores probablemente han tenido más calidad, pero el equilibrio es lo más importante en un jugador. Poder tener una parte física, una parte técnica, el carácter y la personalidad. Coger un poquito de cada hace que puedas ser un gran jugador.
Tampoco me he marcado nunca ser el mejor jugador. No me ha importado. Quería ganar títulos y que eso formara parte de mi currículum. Tenía ansia de ganar. Lo llevaba dentro y, al llegar a un sitio como el Barça, entrenado por Valero, que era insaciable en el trabajo y el sacrificio, y además con los compañeros, me dieron un carácter más agresivo en la pista para ser un ganador.
El peso de la capitanía
Valero me dio el testigo de Lorenzo Rico, quien fue capitán hasta el 95 cuando se retiró. No me tocaba ni por edad ni por años en el club, porque otros jugadores llevaban más tiempo, pero supongo que Valero vio en mí ese carácter, ser una persona sufrida, trabajadora y un jugador de equipo. Cuando alguien está al servicio del equipo y de los compañeros, puedes confiar en él porque nunca te va a fallar a nivel de carácter en un grupo.
Valero valoró mis capacidades y me escogió como capitán en esos años que fueron tremendos porque ganamos cuatro Champions, cuatro Ligas y absolutamente todo. Para mí, fueron unos años magníficos.
La intrahistoria del Dream Team
Varios factores explican el éxito del Dream Team. Había muchos jugadores nacionales y una identificación con el propio club, más aún los catalanes. Pero es curioso que los jugadores de fuera sintieron el club como si fueran de aquí de toda la vida. Los jugadores nacionales tenían más predisposición para llevar al equipo a lo más alto.
Cuando empezó la época del Dream Team, probablemente no éramos el mejor equipo ni de la Liga ASOBAL. Recuerdo que, ese año, los favoritos eran Teka Cantabria o Elgorriaga Bidasoa, y a nosotros nos ponían como terceros favoritos. Veníamos de haber perdido a jugadores referentes como Vujovic, Lorenzo Rico o Bogdan Wenta. Ese equipo se creó por la identificación de los jugadores, la capacidad de trabajo brutal y el carácter de cada uno de nosotros. No teníamos el mismo carácter, pero en ese grupo se dio la carambola de tener varios jugadores con mucha personalidad y carácter ganador, y otros jugadores que iban llegando al club se subieron al carro.
La fuerza de ese carro fue mucho mayor. Fue una generación de jugadores con una calidad enorme y una capacidad competitiva como pocas, entrenados por Valero, quien fue el mejor entrenador de club de la historia. Y eso hizo no solo que ganáramos, sino que lo hiciéramos de la forma en que lo hicimos. Hay equipos que son grandes porque han ganado mucho, y el Dream Team fue grande no solo por lo que ganó, sino por cómo lo ganó, por las remontadas y las cosas imposibles. Una vez y otra vez. Y cuando pensabas que ahora ya no, volvía a pasar. Cuando el equipo se enchufaba en la pista era una máquina absolutamente coordinada, engranada y competitiva.
Probablemente otros equipos tenían más jugadores y más nombre, pero ese equipo supo sacar mucho partido de las condiciones de cada jugador. Cada uno de nosotros puso sus condiciones al servicio del equipo. Cuando juntas todo eso, es una mezcla de alto voltaje, y eso es Dream Team puro y duro.
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El legado del Dream Team
Con el tiempo supongo que vas valorando más las cosas, pero el legado que dejó el Dream Team en las siguientes generaciones es imborrable. Para mucha gente, no solo eran los títulos, sino lo que desprendíamos cada una de las personas. Lo que uno comunica, muchas veces de manera verbal o no verbal, hizo que la gente creyera en una idea, y mucha gente se enganchó al balonmano en esos años. Mucha gente del Barça, aficionada al fútbol que no prestaba mucha atención a las secciones, se enganchó al balonmano y hacía colas en el Palau en los partidos importantes porque era un disfrute total.
Recuerdo firmar un libro que hice que se llamaba ‘El corazón del Dream Team’, y un señor me decía que era aficionado del Barça de fútbol, pero que en toda su vida no había vivido lo que vivió con el Dream Team. Ese equipo le había aportado algo indescriptible. Y eso, realmente, pasó no solo en la gente que se aficionó al balonmano, sino que, en el mundo del deporte, el Dream Team fue una referencia, sobre todo por la manera en que jugaba.
La importancia de Rivera y Svensson
A nivel de clubes, Valero Rivera ha sido, sin duda, el mejor entrenador de la historia porque él creó ese equipo y fue encajando las piezas. Él tuvo varios equipos muy buenos, han pasado grandes jugadores, pero a partir del 95 creó una máquina competitiva. Una máquina de matar. Un equipo que, defensivamente, era salvaje, con una portería que era la mejor que había, sobre todo con la llegada de Svensson, que venía de ganar la Copa de Europa con Bidasoa y la Liga. Para mí, fue el punto diferencial de ese equipo. Nuestro contraataque era demoledor y, en ataque, no teníamos mucha altura, pero jugábamos muy rápido. Empezábamos a superar los 30 goles con facilidad, cuando al balonmano le costaba llegar a los 30, e imprimíamos velocidad al juego.
Valero le dio ese toque a ese equipo, y el legado que deja es incalculable, porque, individualmente, cada uno de nosotros seguía mejorando en los entrenamientos. Muchas veces, los grandes jugadores siguen ganando, pero no siguen mejorando. Valero, en la táctica individual, seguía enseñando y tú seguías mejorando. Valero es el artífice y el arquitecto del Dream Team.
El Dream Team y el Barça de la temporada 2015
Intento ser una persona coherente. Creo que el equipo de Xavi Pascual fue un grandísimo equipo, pero no era un Dream Team, porque la Champions que ganaron ellos en 2015, en formato Final4, tiene más dificultad debido a que hay equipos más fuertes y la Final4 es difícil, pero las competiciones nacionales no lo son tanto. Tiene mucho mérito ganar una Champions, y cuando ganas dos o tres seguidas, aún más.
Hoy en día, por eso es tan difícil que un equipo gane cinco títulos seguidos, como hicimos nosotros. Sin embargo, en las competiciones nacionales, la diferencia entre el primero y el segundo es abismal, tanto por presupuesto como por plantilla. Antes, la Supercopa de España ya era la primera guerra, con rivales muy duros como Teka, Portland o Ademar. La Copa del Rey era increíble. La Copa ASOBAL reunía a cuatro equipos durísimos, y te partías la cara por ganar el título. Eran dos partidos y dos guerras. Todas esas competiciones nacionales desgastaban mucho, y cuando no ganabas, era una sorpresa. Ese equipo de Pasqui, el del 2015, quizá era mejor individualmente, uno por uno, pero en conjunto no.
El Dream Team estaba acostumbrado a sufrir siempre, en todos los partidos. Íbamos a las pistas de equipos de la zona baja de la clasificación y nos costaba ganar, y no desencallábamos hasta el último minuto. Tiene mérito ganar la Champions, pero no se puede comparar un equipo con otro.
El Dream Team fue de leyenda, uno de los grandes equipos de la historia.
La Liga ASOBAL de los años 90 y 2000
La Liga ASOBAL de aquella época tenía enfrentamientos directos muy importantes, pero después había cuatro o cinco equipos muy difíciles como Granollers, Valladolid, Pilotes Posada, y pistas muy complicadas como la de Ademar, que igual no era un candidato top para ganar la Liga, pero sí era una pista que podía decidir la Liga. No podías ir tranquilo a ningún campo.
Aparecías en un partido en Teucro o donde fuera y podía saltar la sorpresa y perder la Liga. Antes había una sensación de valorar más cada punto, cada punto era oro.
El Altea tenía un grandísimo equipo, vino una vez y nos empató en casa. Esa sensación da mucho más valor a las cosas. Tenías tus siete u ocho jugadores, y esos jugaban la Copa de Europa, la Liga y todo, sin parar. Eso es mucho más desgaste físico y emocional, y eso pasaba en los 90; todo era muy difícil.
¿Con qué jugador te hubiera gustado compartir vestuario?
Me hubiera gustado jugar con Perunicic, lo tuve después como director deportivo, pero no como compañero. La primera opción era Svensson, pero como vino al Barça, ya fue una bendición. Él es, sin duda, el mejor jugador de la historia y el rival más complicado de tener delante.
Y luego está Mateo Garralda, que es como un hermano para mí. Lo ha sido desde Granollers, donde salimos juntos. Él partió la media medalla cuando me lesioné el pie, y siempre ha sido mi persona de más confianza. A nivel de conexión, de amistad, de confianza y de todo… Mateo Garralda.
Cambiar un elemento de la trayectoria
Si pudiera volver a un instante, sería la final de la Copa de Europa que no pude jugar contra Portland San Antonio. Yo estaba con muletas, me habían operado de la espalda. Tuve la suerte de jugar seis finales de Champions y ganarlas todas. Hubiera querido jugar esa final, quería una más, y esa la perdimos contra Portland. Me hubiera encantado poder jugar ese partido.